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viernes, 17 de abril de 2015

KILLER BOOGIE: la recuperación de la época dorada del hard rock



El 2015 nos recibió con un buen regalo de año nuevo: la disquera Heavy Psycho Sound Records comenzó a rodar un “teaser” a través de YouTube donde presumía la publicación del álbum debut de un supergrupo dentro de la escena “retro n’ roll” de Italia, una banda formada con gente de Black Rainbows y The Wisdoom. El sonido fuzz retumbaba en las bocinas y la imagen de una calavera dibujada giraba torno al juego de unos rayos psicodélicos. Se anunciaba a una banda que te llevaría a un viaje ácido de blues rock. Y bueno, la sorpresa no fue menor: “Detroit” de Killer Boogie.

La amenaza estaba hecha. El promo advertía que este disco sería del agrado de los fans de bandas como Blue Cheer, The Stooges, Cream y Radio Moscow… y no estaban lejos de la aseveración. Por si fuera poco, en el título de la placa se nos daba una pista sobre la cual seguir: bajo el velo del recuerdo del single del Destroyer de Kiss, encontramos a la ciudad del rock, Detroit; aquel legendario lugar en Estados Unidos de donde salió gente como MC5, Cactus,  Ted Nugent, Alice Cooper, Suzi Quatro, y los mismísimos The Stooges de Iggy Pop. Estas son las bases sonoras de un grupo que no sólo bebe de las bandas americanas, sino que también tiene en el sonido europeo su fuente de inspiración.


Una vez con el disco en las manos, los primeros segundos nos regalan una cascada de notas que se enfrentan entre sí para demostrar quién es el mejor (efectivamente, como lo hacía Cream en sus clásicas “discusiones” musicales). Los primeros 20 segundos nos sorprenden, nos atraen, nos sacuden y despiertan los sentidos… las expectativas se estaban cumpliendo.

¿Pero quién carajos son estos tipos?

Con la intención de encontrar nuevos caminos, a mediados de 2014 Gabriele Fiori suspendería sus actividades con Black Rainbows y su sonido stoner-metal para crear música más apegada a sus gustos hard rock de finales de los sesentas, ahora crearía ese rock y blues eléctrico y vintage para tributar a sus bandas favoritas. Al dejar a un lado las distorsiones pesadas y overdrives, Fiori tendría la oportunidad de desempolvar su fuzz y transformar su distintivo sonido de guitarra. Sin embargo, él mantendría su voz característica y su línea melódica: tonos medios que alargan las últimas sílabas de las frases.

Para alcanzar este concepto, Fiori aprovecha una pausa en el camino de The Wisdoom para invitar a su baterista, Luigi Costanzo, quien sin dudarlo se anima a embarcarse en este nuevo proyecto. La fuerza que Costanzo imprime en The Wisdoom era la necesaria para este proyecto de hard rock, pero también quedaría muy alejado del stoner y doom lento y denso que él tocaba.

En tan poco tiempo, el puesto de bajista ha sido ya ocupado por dos personas distintas. El disco fue grabado por Edoardo  Mancini , pero para las presentaciones se ha sumado Matteo Marini. Estas modificaciones en la alineación han hecho que el sonido del bajo este en segundo plano en comparación con otras bandas, con poca improvisación, pero con una interpretación que raya en lo pulcro, lo exacto.



El concepto

“Detroit” es un disco que busca la recuperación de los sonidos hard rock de los 70, pero con la intención de proponer un nuevo camino por medio de la creación de paisajes sonoros heredados del stoner y del space rock. En todas partes uno no deja de oír referencias musicales de la pléyade de bandas de dicha época, pero sin dejar de escuchar una propuesta sonora y melódica original.

Si buscamos dentro de las bandas nacidas en Detroit y sus alrededores, encontramos la irreverencia de The Stooges, la fuerza interpretativa de MC5, el hard rock de los primeros discos de Alice Cooper, el hard-blues de Cactus, el rock n’ roll de Ted Nugent o Suzi Quatro, y finalmente la fuerza y los momentos de desenfreno de Grand Funk Railroad.

Sin embargo, los sonidos del disco están basados fundamentalmente en la potencia de Blue Cheer, los viajes musicales de Hawkwind de la época de Lemmy y las letras de referencia psicodélica de Mountain o Hendrix. Pero por si esto fuera poco, Killer Boogie usa como referencia a bandas ya instaladas en el concepto del revival como los americanos Radio Moscow o los alemanes Kadavar, y si le rascamos un poco, también encontramos el  sonido garage-blues de The Black Keys y de The White Stripes (éstos últimos de Detroit, casualmente…)


Y a todo esto… ¿cuál es el concepto? Además de poner en una licuadora todas referencias musicales del hard rock de los 70’s y el revival del principio de este siglo, aderezando finalmente con líricas psicodélicas y algunos ambientes stoner de las bandas de origen de los integrantes; las líricas viajan sobre espirales que suben y bajan, permitiendo al escucha tomar aire para el siguiente riff. Todo versa sobre la búsqueda de lo superior, el alcance de la altura para lograr observar la totalidad. A través de constantes referencias al cielo, a lo cósmico y al universo, el individuo idealiza el amor, la libertad y la realización individual. El grupo galopa sin freno hasta explotar en un final lleno de escalas pentatónicas y distorsiones viejas, claro indicio del pasado psicodélico que busca expresar sonoramente lo que se vislumbra en las letras y que aún así, no suena a lo mismo.


Canción por canción

Bad rebel: una cascada de notas nos da la bienvenida. Ante la confusión comienza la salvaje carrera del individuo que rompe con todo a su alrededor. Esta es una canción de rebeldía, de anarquía, de movimiento, de levantamiento. El recuerdo llega a las incendiarias líricas de MC5 o de The Stooges, aunque el ritmo de la rola queda muy cercano a lo que hacen los Eagles of Death Metal, la banda de Jesse Hughes y Josh Homme.

Riding the wind: el esfuerzo de aprender a volar y dejarse llevar por el viento hasta alcanzar el cielo. Una versión psicodélica de Ícaro. La melodía y el efecto vocal nos llevan hasta el sonido vintage de Kadavar, aunque el solo de guitarra es punto y aparte.

My queen: la plegaria al objeto de deseo terrenal, pero nuestra necesidad es elevarnos al cielo, al cosmos. Fuerza interpretativa de guitarras llenas de fuzz sin freno que se convierten en la carta de presentación de la banda.


Little flower: por medio de un riff de escalas pentatónicas que suben y bajan, se elogia a la mujer que espera al sol. Lírica de naturaleza psicodélica con un sabor rítmico que degusta  el sonido revival de las bandas alemanas Kadavar y Wedge.

Cosmic eye: efectos sonoros desde la obscuridad eterna del universo, donde lo único que brilla y lo único que ha alcanzado lo alto es el ojo que observa todo. Mística letra que nos rememora algunas ideas de Jimi Hendrix, Pink Floyd o Wolfmother. Esta rola pasa del hard rock a la sutil densidad del viaje space-stoner, tributando los orígenes de los miembros del grupo: Black Rainbows y The Wisdoom.

Silver universe: tras la implosión del ojo cósmico encontramos la calma de un universo con brillo propio. Con una idea cercana a “Silver machine” de la banda inglesa de space-rock Hawkwind, la rola termina siendo una balada que imita el “Planet caravan” de Black Sabbath.

Summertime: alcanzada la totalidad, es momento de bailar sobre el río cósmico aunque no se pueda saber la verdadera razón de tal deseo. Hard rock de tiempo medio nacido desde las entrañas de los monstruos setenteros.


The golden age: el sueño cósmico nos ha llevado a un viaje en el tiempo. Los solos de guitarra contienen rápidas escalas que se repiten al estilo Jimmy Page, notas atoradas en bendings al estilo Jimi Hendrix, y un final atascado de notas en escalas pentatónicas al estilo Tony Iommi.

Dynamite: una guitarra que se pierde entre su wah cry baby y su feedback nos anuncia que el final ha llegado, el último momento, el orgasmo musical. Salvajes tambores tribales  en tonos graves cabalgan desbocados hasta alcanzar la explosión definitiva.


Este el disco debut de Killer Boogie, rock retro italiano salpicado de stoner y psicodelia que sorprenderá a más de uno. Aquí están los escasos 37 minutos y 7 segundos que se les escaparán como arena entre los dedos.


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